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Nuestra Señora de Guadalupe y Juan Diego

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Nuestra Senora de Guadalupe y Juan Diego, Virgen de Guadalupe

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NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE Y JUAN DIEGO

PERSONAJES:

JUAN DIEGO

VIRGEN DE GUADALUPE

FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA  – (OBISPO FRANCISCANO)

TÍO BERNARDINO  – (TÍO DE JUAN DIEGO)

FRAILE

FRAILES

 

 

GUION:

 

ESCENA I –  CIUDAD DE MÉXICO –  DICIEMBRE DE 1531

 

(Juan Diego camina por el cerro del Tepeyac. Escucha cantos de pájaros)

 

JUAN DIEGO: (viendo hacia los lados) ¿De dónde viene ese canto celestial?.  ¿O será que estoy soñando?.  Si esto es un sueño, es el sueno más dulce que he tenido.

 

 

(Ve una figura envuelta en luz y escucha una suave voz)

 

VIRGEN DE GUADALUPE: Juanito, Juan Dieguito. Hijo mío, Juan Diego, a quien amo tiernamente, acércate.

 

(Juan Diego se acerca y se arrodilla)

 

JUAN DIEGO: Señora, ¡que hermosa eres!.

 

VIRGEN DE GUADALUPE: Juan, el más pequeño de mis hijos.  ¿A dónde vas?.

 

JUAN DIEGO: Señora, y niña mía, voy a Tlatelolco, a seguir las cosas divinas que enseñan los sacerdotes, delegados de nuestro señor.  ¿Quien eres tú?.

 

VIRGEN DE GUADALUPE: Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive; del Creador cabe quien está todo; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa pues yo soy vuestra piadosa madre;  a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen; oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores. Y para realizar lo que mí clemencia pretende, ve al palacio del obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado y lo que has oído… Hijo mío el más pequeño; anda y pon todo tu esfuerzo.  Ten por seguro que lo agradeceré y lo pagare porque te haré feliz.

 

JUAN DIEGO: Señora mía, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo.

 

(Juan Diego sale del escenario)

 

ESCENA II – EN LA CIUDAD EN EL PALACIO DEL OBISPO

 

(Juan Diego toca a la puerta del Palacio del Obispo.  Un fraile abre la puerta)

 

JUAN DIEGO: Perdone usted, pero vengo a ver al Obispo.

 

FRAILE: ¿De qué se trata?.

 

JUAN DIEGO: Traigo un recado que solo a él debo de dar.

 

FRAILE: Pasa.

 

(Juan Diego entra al cuarto donde está el obispo. Otros frailes lo acompañan)

 

FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: Dime lo que quieres.

 

JUAN DIEGO: Disculpe, Señor Obispo, me envía la Señora del Cielo, la Santa Madre de Dios.  Esta mañana yo venía rumbo a Tlatelolco, a la Santa Casa de Dios, cuando vi. de pronto a una señora que estaba de pie y me dijo que me acercara.  Me arrodille delante de ella, y me dijo que viniera a verlo a pedirle que ella desea que se construya un templo para mostrar en el todo su amor y compasión a todos los que en ella confían.

 

FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: Otra vez vendrás, hijo mío y te oiré más despacio, lo veré muy desde el principio y pensaré en la voluntad y deseo con que has venido.

 

JUAN DIEGO: Que triste se va a poner mi niña, porque no he logrado que me hagan caso y recibieran su mensaje. (Sale del palacio del Obispo y camina hacia la cumbre del cerro.  Allí  encuentra a la Virgen de Guadalupe.  Al verla se arrodilla) Señora, la más pequeñas de mis hijas, Niña mía, fui a donde me enviaste a cumplir tu mandado; aunque con dificultad entré a done es el asiento del prelado; le vi. y expuse tu mensaje, así como me advertiste; me recibió benignamente y me oyó con atención; pero en cuanto me respondió, pareció que no la tuvo por cierto. Comprendí perfectamente en la manera que me respondió, que piensa que es quizás invención mía que Tú quieres que aquí te hagan un templo y que acaso no es de orden tuya; por lo cual, te ruego encarecidamente, Señora y Niña mía, que a alguno de los principales, conocido, respetado y estimado le encargues que lleve tu mensaje para que le crean porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y Tú, Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro.

 

VIRGEN DE GUADALUPE: Oye, hijo mío el más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el más pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por entero mi voluntad, que tiene que poner por obra el templo que le pido.

 

JUAN DIEGO: Entonces iré otra vez a ver al Obispo.

 

(Juan Diego sale del escenario)

 

ESCENA III – EN LA CIUDAD EN EL PALACIO DEL OBISPO

 

(Juan Diego esta frente al Obispo)

 

JUAN DIEGO: Tata Obispo, estoy aquí otra vez para volver a repetir el mensaje, ya que la volví a ver a mi Señora en el cerro, y me pidió que regresara con usted con la misma suplica.  Ella me dijo que tiene que poner manos a la obra con el templo que le solicita.

 

FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: Juan Diego, es muy bello esto que me pides, pero realmente no creo que haya sucedido, tal vez lo sonaste… tendrías que traerme alguna señal maravillosa para creer que es cierto, y que la Señora del Cielo de verdad te envío conmigo.  Ahora vete, y regresa solamente cuando me traigas esa señal que te pido.

 

(Juan Diego sale del escenario)

 

ESCENA IV –  EN LA CHOZA DEL TÍO BERNARDINO

 

(El tío de Juan Diego está enfermo acostado.  Juan Diego esta a su lado)

 

JUAN DIEGO: ¿Que tienes tata, que te ves tan pálido?

 

TÍO BERNANDINO: Me siento muy mal Juan, necesito que vayas a la capital y traigas a un sacerdote para confesarme.  Siento que me muero.

 

JUAN DIEGO: Voy inmediatamente, no tardo en cumplir tu deseo. (Sale corriendo de la choza tratando de evitar el lugar donde se le había aparecido la Virgen de Guadalupe) Ojala que la Señora del Cielo no me detenga, mi tata está muy mal y necesito llegar rápido a la capital.

 

(Se detiene al ver a la Virgen de Guadalupe)

 

VIRGEN DE GUADALUPE: Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige, no se turbe tu corazón, no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?.  ¿No estás bajo mi sombra?. ¿No soy yo tu salud?. ¿No estás por ventura en mi regazo?. ¿Qué más has de menester.? No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella: está seguro que ya sanó.

 

JUAN DIEGO: Señora y niña mía, mándame ahora a llevarle al tata Obispo la prueba que me pide.

 

VIRGEN DE GUADALUPE: Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre del cerrillo, allí donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas y júntalas.  En seguida bajas y tráelas a mi presencia.

 

JUAN DIEGO: (se arrodilla)  Así lo haré, señora y niña mía. (Sale corriendo hacia la cima del cielo a recoger las flores) ¡Oh, cuantas rosas  tan hermosas!.  En esta época de frío no deberían de estar aquí, y menos entre tantas piedras.  Las recogeré, las pondré en mi tilma y se las llevare a mi Señora. (Recoge las rosas y se las lleva a la Virgen) Aquí traigo niña, las flores que me pediste.

 

VIRGEN DE GUADALUPE: Hijo mío el más pequeño, esta diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás al obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla: Tú eres mi embajador, muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé subir a la cumbre del cerrillo que fueras a cortar flores; y todo lo que viste y admiraste; para que puedas inducir al prelado a que te dé su ayuda, con objeto de que se haga y erija el templo que he pedido.

 

JUAN DIEGO: Me voy ya a llevarle al tata obispo tu encargo.

 

(Juan Diego sale del escenario)

 

ESCENA IV – EN EL PALACIO DEL OBISPO

 

FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: ¿Otra vez aquí querido hijo?.  ¿Traes acaso la prueba que te pedí sobre tu Señora?.

 

JUAN DIEGO: Señor, hice lo que me ordenaste, que fuera a decir a mi Ama, la Señora del Cielo, Santa María, preciosa Madre de Dios, que pedías una señal para poder creerme que le has de hacer el templo donde ella te pide que lo erijas; y además le dije que yo te había dado mi palabra de traerte alguna señal y prueba, que me encargaste, de su voluntad.

 

FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: ¿Y qué te dijo?.

 

JUAN DIEGO: Acepto tu recado y acogió benignamente lo que pides, alguna señal y prueba para que se cumpla su voluntad. Hoy muy temprano me mandó que otra vez viniera a verte; le pedí la señal para que me creyeras, según me había dicho que me la daría; y al punto lo cumplió: me despachó a la cumbre del cerrillo, donde antes yo la viera, a que fuese a cortar varias rosas de Castilla.   Ella me dijo por qué te las había de entregar; y así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides y cumplas su voluntad; y también para que aparezca la verdad de mi palabra y de mi mensaje.

 

FRAY JUAN DE ZUMÁRRAGA: ¿Y cuál es esa prueba que la Señora del Cielo me envía?.

 

(Juan  Diego desenvuelve su tilma y caen al suelo todas las diferentes rosas, y en su tilma  esta la imagen de la Virgen de Guadalupe)

 

FRAY JUAN DE ZUMMARRAGA: ¡Milagro!.  ¡La Virgen de Guadalupe!.

 

FRAILES: Esta es una obra de Dios que ha hablado a través de su madre, Nuestra Santa Virgen María.

 

(El Obispo y los Frailes se arrodillan al ver la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe en la tilma de Juan Diego)

 

FRAY JUAN DE ZUMMARRAGA: (llorando) Perdón Señora Mía por no haber aceptado antes tú mandato.  Tu deseo será cumplido, y edificaremos tu santuario para que todo el pueblo venere tu Sagrada Imagen, y bendigas a nuestro pueblo por los siglos de los siglos.

 

FIN

 

Autor:  K I D S I N C O –  Basado en el texto Náhuatl del Siglo XVI llamado Nican Mopohua, escrito por Antonio Valeriano.

 

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